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PUENTE COLGANTE (Valladolid)


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Desde la fundación de la ciudad de Valladolid y hasta mediados del siglo XIX, unos 800 años, el puente Mayor fue el único que hacía posible el paso a la otra orilla. El puente Colgante fue el segundo en unir ambas orillas cuando el primero, dado el crecimiento de la ciudad en ese siglo, estaba prácticamente a punto del colapso. La historia del puente arranca con un primer proyecto de puente colgante que nunca llegó a ser realizado, pero que marcó la realización de un segundo proyecto, el actual, hasta tal punto de que, a pesar de no tratarse de un puente verdaderamente colgante es como pasó a la posterioridad.

Puente Colgante. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
Puente Colgante. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego

La coincidencia de la redacción de un segundo proyecto de puente y la presentación en 1855 en la Exposición Universal de París de un nuevo sistema de puentes llamado bowstring, hizo que las autoridades vallisoletanas encargaran la construcción del puente, con ese nuevo sistema, a la compañía inglesa John Henderson Porter en sus talleres de Birminghan. Tras finalizar la realización de las piezas que lo componen, incluidos los dos grandes arcos que forman el esqueleto de la estructura, la principal dificultad del proyecto estuvo en trasladar todo el conjunto, primero hasta Bilbao y después hasta la ciudad del Pisuerga. Finalmente pudo inaugurarse el 18 de abril de 1865. Se trató, en su momento, de una obra de absoluta vanguardia, el primero en España que se realizaba con el novedoso sistema. Por eso, además de brindar una de las estampas más personales de la ciudad, con un innegable romanticismo, constituye una de las obras destacadas de la historia de la arquitectura del hierro en España.

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